Dice la leyenda que
fue Naylamp, un ser mitológico del antiguo Perú que vino del mar, el que trajo
la civilización a estas tierras.
N
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aylamp y su séquito
construyeron el templo a "Chot" (Huaca Chotuna) y en él colocaron un
ídolo de jade verde al que llamaron "Llampayec". De allí provendría
el nombre de Lambayeque. También cuenta la leyenda que el sucesor de Naylamp
fue Tempellec, quien quiso cambiar de sitio el ídolo y como castigo divino,
hubo un gran diluvio. Verdad o mito, lo cierto es que Lambayeque es una de las
últimas ciudades peruanas donde la realidad y la fantasía se mezclan con tal
armonía que es difícil saber dónde acaba una y donde comienza la otra; su
multimilenaria historia permite visitas turísticas de carácter cultural.
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ero no sólo es la
leyenda quien cuenta de esta magia. Con su máscara de oro, su séquito de
sacerdotes y esclavos y hasta sus animales preferidos, fue descubierto la tumba
"del Señor de Sipán". Este hallazgo arqueológico llegó a ser
considerado, en un momento dado, el más importante del siglo XX en el Perú,
junto con Machu Picchu, hasta descubrirse Caral.
E
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xisten muchos
testimonios culturales en la Región Lambayeque, baste mencionar los
provenientes de las Cultura Mochica y Chimú, los mayores ceramistas y orfebres
de la época precolombina. También son atractivos el Museo Arqueológico Nacional
Brüning con su idolito de ojos rasgados, sus peces y mariscos, los caballitos
de totora en la playa Santa Rosa, la alegría de las fiestas, el ritmo del
tondero y la marinera, el arte del trabajo en paja de Monsefú, el reservorio de
Tinajones y el pueblo fantasma de Zaña.
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