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ste es un mito muy
conocido en el centro del Perú cuyo origen se remonta a tiempos antiguos -
previos a la llegada de los españoles a estas tierras - y trata sobre la
existencia de una criatura maligna que se alimentaba con la carne de los seres
humanos y que bebía su sangre aún caliente hasta hartarse de ella. Ante todo,
debemos saber de dónde proviene este demonio ¿vale?: “Dentro del contexto
andino se considera al dios Wiracocha como el creador del mundo, quien pobló la
tierra de hombres y mujeres, distribuyendo a los dioses menores por toda su
extensión. Estos dioses tutelares fueron llamados APUS.
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sí, en la tierra de
los Huancas, el gran Wiracocha envío a dos dioses, cada uno con características
y rasgos diferentes. Estos dioses fueron Huallallo y Pariacaca. Ambos se
enamoraron de distintas mujeres y tuvieron una familia muy extensa. Sin embargo
con el paso el tiempo nació entre ellos una gran rivalidad. Cuenta la historia
que la primogénita de Huallallo llamada Huaytapallana era muy hermosa, tanto
que para ocultarla de los hombres, su padre la escondió al abrigo de las
montañas y sembró para ella un jardín lleno de flores.
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su vez Pariacaca tuvo un hijo varón a quien
llamo Amaru este joven amante de los viajes y quien, por ser hijo de un Apu,
podía tomar la forma de cualquier animal y de esta manera trasladarse por los
valles de su padre, encontró a su pareja con quien se casó y tuvo una hija. Sin
embargo, un día en el que Amaru sobrevolaba unas montañas, observo a lo lejos
un jardín de flores como nunca antes había visto y sin saberlo salió de los
terrenos de su padre y tomando forma humana nuevamente se adentró en este
paraje escondido.
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l pie de la laguna
Carhuacocha se encontraba una mujer tan hermosa que Amaru, olvidando todo,
quedo al instante perdidamente enamorado de ella y, esta doncella cuyo nombre
era Huaytapallana también se enamoró de él. Así ambos tuvieron cinco hijos.
Entonces Huallallo quiso saber quién era este joven que había tomado el corazón
de su hija de esta manera y preguntando a los vientos se enteró que este no era
otro que Amaru, el hijo de su rival Pariacaca, y que además de ello él ya
estaba casado y tenía una hija. Herido en lo más profundo por el adulterio
cometido, Huallallo suplicó a los vientos que traigan, a los odios de Amaru
noticias de su esposa y de su hija.
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l recordar Amaru a su
esposa e hija y tomando conciencia de todo lo que había hecho salió en busca de
su familia y al pasar por una quebrada, Huallallo se le acercó subrepticiamente
y le dio un golpe mortal que terminó con su vida. Este al momento de caer grito
a su padre para que tome venganza de este ataque mortal. Pariacaca al enterarse
de la tragedia, en su dolor ahogó a Huaytapallana en la laguna Carhuacocha y a
los cinco hijos en las lagunas aledañas.
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e esta manera entre
ambos dioses se inició una terrible batalla - arrasando con todo a su paso y en
el cual Pariacaca salio victorioso de la sangrienta conflagración. Huallallo al
darse cuenta de que su suerte estaba echada, decidió huir a la selva que se
extendía hacia el oriente, donde sediento de venganza por la muerte de su hija,
se convirtió en un devorador de hombres a los cuales señalo como culpables de
su desgracia. Al enterarse de todo, el gran Wiracocha, juzgó que estas
crueldades no podían quedar sin castigo y decidió castigar a los responsables,
convirtiendo a Pariacaca en una montaña nevada que hoy lleva su nombre,
mientras que Huallallo corrió igual suerte, solo que la montaña en la que e
convertiría llevaría el nombre de su hija, Huaytapallana.
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e dice que solo
cuando esas nieves perpetuas que las cubren se derritan, ambos dioses podrán
liberarse de esa prisión. Sin embargo, debido al calentamiento global que en
estos años derrite cada vez con mayor rapidez la Cordillera de los Andes,
parece que ese tiempo está por llegar”. Interesante relato ¿no os parece? (Solo
me queda agregar que ambos nevados se han convertido actualmente en centros de
peregrinación donde se hace ofrendas a estos demonios, para evitar desastres
que se podrían dar.Y es que a pesar de siglos de adoctrinamiento cristiano, los
nativos aún siguen adorando a sus deidades ancestrales).